Se crece en los momentos difíciles y gana en las distancias cortas, donde se muestra magnético, convincente y encantador. Joan Laporta es gato viejo, de los que se las saben casi todas, escurridizo. De hecho, a veces parece tener siete vidas. Por eso, es un invitado ideal para una cena o para un acto como los Foros de Vanguardia. Porque es capaz de responder, entretener, informar y hacer reír a los presentes.
Ayer el presidente del Barcelona llenó los 258 asientos del Auditorio MGS, e incluso se vio a alguna persona siguiendo la más de hora y media que duró la entrevista de pie. Eso son casi 100 minutos apoyado en un pared. Pero uno de los pocos capaces de hacerlo ameno es Laporta, que lo primero que hizo fue agradecer a Javier Godó, conde de Godó y editor de La Vanguardia, así como a Carlos Godó, presidente ejecutivo del Grupo Godó, y Ana Godó, directora de Libros de Vanguardia, la invitación.
“Los mejores años de nuestra vida”
El abogado entró en la órbita del Barça en 1997 y lleva 12 años de presidente: nadie se mueve y lo disfruta como él
El abogado se dio a conocer en el entorno del FC Barcelona en 1997 como cabeza visible del Elefant Blau, movimiento opositor a Josep Lluís Núñez, al que sometió a un voto de censura. Era un joven de 35 años, el Kennedy catalán. Cinco años antes estuvo en la final de Wembley como un anónimo. “Estuve en un córner, cerca de la tribuna. Fui con Rafa Yuste, Alfons Godall, Gerardo Fortuño y Xavieret, un amigo que ya no está”, se emocionó al recordarlo viendo fotos de la celebración del gol de Koeman.
En el 2003 llegó a la presidencia barcelonista tras ganar en las elecciones a Lluís Bassat. Prometió que iba a dar al club “los mejores años de nuestra vida”. Pero lo cierto es que ha sido algo más. En verano, Laporta cumplió 63 años. Lleva media vida –pero media de verdad– dedicada al Barça, casi doce en el sillón central del palco.
Y su intención es presentarse de nuevo en el 2026 para repetir cinco años más. En caso de ganar y de agotar el mandato serían 17 años entre las dos etapas. Aunque no quiere perpetuarse en el poder cambiando las leyes. Él es abogado y los estatutos del Barça son las tablas de la ley.
Lágrimas en el recuerdo
Su suegro le defendía y le definía como “un error del sistema”, y Laporta ha terminado colándose en él
“El Estado soy yo”, dicen que pronunció el rey absolutista Luis XIV de Francia. Su reinado duró 72 años. La frase es apócrifa, hay dudas que fuese realmente suya. Tampoco Laporta la ha pronunciado nunca pero la afirmación le encaja: “El entorno soy yo”. Porque nadie domina como él los códigos del barcelonismo, se mueve a la perfección entre bambalinas, flota y pica en los combates electorales, y encaja y cae de pie.
“Soy un futbolista frustrado que llegó a ser presidente del Barcelona”, dijo al verse en una foto vestido de corto. “A los 49 años me rompí los ligamentos cruzados anteriores de la rodilla pero no me operé. Pero aún puedo jugar a golf, saltar y bailar”, puntualizó, para aclarar que aún le queda mucha cuerda a los que se quieran enfrentar a él.
Desacomplejado, el mandatario no es, de cara al exterior, de señalar o dejar mal a los suyos. Por eso volvió a cerrar filas con Limak, la constructora del Spotify Camp Nou. Y, hablando de familia e íntimos, no pudo evitar que se le escapasen algunas lágrimas cuando mencionó a su suegro, Juan Echevarría, traspasado el pasado martes. “Yo no hubiera llegado a ser presidente del Barcelona sin él, porque me defendía en círculos de poder, donde decía que yo era ‘un error del sistema’. Siempre le estaré agradecido”, declaró como homenaje.
Preparado para el combate electoral
“Aún puedo jugar a golf, saltar y bailar”, puntualizó, para aclarar que aún le queda mucha cuerda
Un error del sistema que se ha metido de lleno en Matrix, que se hizo amigo de su ídolo Cruyff, que ha hecho su vida de su pasión hasta el punto de saberse el once que jugó contra el Ipswich Town en 1979, que es el único presidente del Barcelona con dos Champions, y que regresó en un momento muy delicado. “Si nos eligieron para devolver el prestigio institucional, la recuperación económica, un nuevo estadio y un equipo ilusionante con la Masia como centro, lo hemos logrado”, sacó pecho.
Pero no es de lo que está más orgulloso. “Un día Javier Godó me preguntó: ‘¿Qué crees que le falta al Barcelona?’. ‘Recuperar la alegría’, le dije. Y la alegría se ha instalado en el barcelonismo. Me lo recuerda mucho”, reveló. Entre el público, Jordi Juan, director de La Vanguardia, sabía que Laporta siempre deja titulares.

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