El precio del cobre marca un récord ante el boom de la defensa y de la IA

Hace 2 horas 1

Hay otro oro que está por las nubes, además del amarillo. Es el llamado oro rojo : el cobre, metal conocido por sus propiedades de conductividad eléctrica. Estos días la cotización ha alcanzado su máximo histórico: más de 11.500 dólares por tonelada. Hace un par de años estábamos en los 8.000. Este año se ha apreciado un 30%.

Hay un desequilibrio en el mercado entre la oferta (menguante) y el consumo (que está destinado a vivir un boom). El banco de inversión Morgan Stanley pronostica que el mercado del cobre se enfrentará a un déficit de 590.000 toneladas en el 2026. La mayor carencia en veinte años. Se espera que esta brecha se amplíe a 1,1 millones en el 2029. Para la Agencia Internacional de la Energía (AIE), el 30% de la demanda se quedará sin cubrir en la próxima década

La producción se estanca y se precisan inversiones millonarias para equilibrar el mercado

Donald Trump ha puesto el cobre en la lista de minerales estratégicos vitales. Acumular reservas de este metal se está convirtiendo en un tema de seguridad nacional. Según Bloomberg, los inventarios mundiales han subido a más de 656.000 toneladas, el nivel más alto desde el 2018, y el 60% estaría ubicado en EE.UU.

Desde el 1 de agosto de 2025, hay un arancel en EE.UU. del 50 % sobre la importación de productos de cobre semielaborados y derivados intensivos en cobre (tuberías, cables, componentes eléctricos.  Pero ojo:  no todos los tipos de cobre están gravados: minerales, concentrados, cátodos, ánodos y chatarra de cobre están excluidos de ese arancel. La Casa Blanca no puede renunciar al oro rojo. 

El caso español

Una apuesta estratégica

La minería no levanta pasiones electorales (más bien críticas). Y el cobre es más objeto de episodios de robo que de una planificación industrial. España es el segundo país de la UE con más proyectos estratégicos designados en el campo de la minería, solo por detrás de Francia, cobre incluido. En Andalucía, concretamente en la provincia de Huelva y Sevilla, existen minas activas de extracción de este mineral. “Por tanto, no estamos ante un problema de escasez de recursos, sino de escasez de visión estratégica. El subsuelo español alberga parte de la solución a la dependencia europea, pero la falta de un marco de seguridad nacional impide aprovechar esta oportunidad y convertir un activo geológico en un activo geopolítico. Esta parálisis operativa alimentada por largos plazos de obtención de permisos, que pueden extenderse de 10 a 15 años, y un notable rechazo social es consecuencia de la ausencia de un relato estratégico nacional que explique la importancia de estos recursos”, alerta Arnoldus van den Hurk, de r4mining.com. En el frente opuesto, con la ley One Beautiful Bill, Donald Trump ha realizado una inyección de 2.000 millones de dólares para revitalizar el National Defense Stockpile y otros 5.000 millones para fortalecer la base industrial de minerales críticos a través de la ley Defense Production.“Durante más de un siglo, la política de seguridad global giró en torno al control de las rutas y fuentes de petróleo. Pero la seguridad del siglo XXI no se medirá en barriles, sino en toneladas de minerales”, dice Van den Hurk.

Su consumo se ha disparado de forma repentina. La consultora WoodMacKenzie estima que la demanda del metal rojo subirá un 25% en la próxima década. ¿Por qué el mundo necesita tanto cobre ahora? La amplia expansión de los centros de datos necesita más capacidad eléctrica y más redes de conexión. El mayor grupo minero mundial, BHP, asegura que la cantidad de cobre usado en estas instalaciones se multiplicará por seis hasta el 2050.

Asimismo, en pleno boom del gasto en defensa, el equipamiento militar depende de este metal. No hay datos oficiales sobre su consumo, con lo que en el mercado se habla de “demanda oculta”. Por ejemplo, un avión de combate, un tanque o un misil llevan cobre.

El elevado número de proyectos industriales de transición energética se basan en este mineral. Y no hay que olvidar que el Sudeste Asiático se está desarrollando. “¿Qué ocurrirá cuando cada ciudadano de India decida comprarse una lavadora?”, bromeaban hace poco unos analistas en una conferencia del sector.

La oferta es insuficiente. Morgan Stanley espera que la producción anual mundial de cobre en mina este año se contraiga por primera vez desde el 2020. Incidentes como en Grasberg Block Cave (Indonesia), que sufrió un deslizamiento de tierra, y contratiempos en operaciones de Codelco (Chile) e Ivanhoe Mines (Congo) han limitado la extracción.

Sin embargo, el desajuste es estructural, y el mercado no se va a equilibrar pronto. Wood Mackenzie asegura que para atender la demanda habría que activar un número de minas a un ritmo que sería el doble de la última década. Las inversiones requeridas hasta el 2035 para potenciar la producción son ingentes: más de 210.000 millones de dólares, cuando en los últimos seis años se gastaron tan solo 76.000 millones. El actual desequilibrio implicaría triplicar el esfuerzo económico actual.

Las minas en funcionamiento hoy están muy explotadas (algunas de ellas llevan un siglo en marcha) y están envejeciendo. Encontrar un nuevo yacimiento es una tarea compleja . De acuerdo con la AIE, de los 239 yacimientos descubiertos desde 1990, solo 14 se encontraron en los últimos diez años. El mercado, además, está muy concentrado. La mitad de la producción viene de solo tres países (Chile, República de Congo y Perú) y un tercio del cobre mundial procede de apenas una veintena de explotaciones.

A este cuadro hay que añadir la incógnita medioambiental. Las minas consumen mucha agua, y las sequías están en aumento. Además, la minería es una actividad poco eficiente. Para sacar este metal hay que eliminar mucho material sobrante. El cobre en Chile y Perú tiene una concentración de 0,3%-1,5%. El resto son residuos. Solo este año se han removido, en el mundo, el equivalente en millones de toneladas a diez ciudades de Madrid. Para el 2050 habrá que cuadruplicar esta cantidad, según el experto Arnoldus van den Hurk, de r4mining.com.

Tal vez solo China, por su legislación medioambiental tan laxa, tenga la posibilidad de llevar a cabo trabajos similares. China es el mayor consumidor mundial de cobre, con un 58% de la demanda total. Apenas representa el 9% de la producción global, pero es el país que más ha invertido estos años (la mitad del total del gasto desde el 2019), apoyada por el Estado y sin tener que rendir cuentas a ningún accionista. Y está consolidando su liderazgo en el refino, con el 60% del mercado.

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